jueves, 31 de marzo de 2011

Los maestros que dejan huella en los niños

Seguramente a muchos padres nos gustaría poder mirar por un agujerillo lo que se "cuece" en la clase de nuestro hijo. Poder así ser testigos presenciales del ejercicio profesional de los maestros y de cómo nuestro hijo se desenvuelve en el colegio. Pero, en cierto modo, podemos acceder a esta pequeña ventana, mirando la felicidad de nuestros hijos cuando van al cole; ellos reflejan fielmente la tranquilidad y satisfacción, o por el contrario, la indiferencia, la ansiedad o la preocupación que sienten.
Con toda seguridad, muchos de nosotros guardamos con cariño gratos recuerdos y experiencias vividas en el colegio, con un profesor o profesora concretos. Un maestro que admirábamos, que dejó en nosotros una huella imborrable, y que no sólo nos enseñaba a sumar y a escribir correctamente, sino que además sabía sacar lo mejor de nosotros, nos trataba con respeto y se hacía respetar, nos consolaba, valoraba nuestros esfuerzos, nos comprendía...
El profesor supone para un niño no sólo la figura que le proporciona conocimientos, sino con el establece durante un largo periodo de tiempo una estrecha y especial relación. El ejemplo del maestro, al igual que el de la familia, repercutirá en nuestro hijo. Su manera de hablar, su forma de vestir, su trato, su atención, su estímulo, su cariño... quedarán grabados a fuego en nuestros pequeños.

La
educación de nuestros hijos no sólo debería comprender aspectos puramente cognitivos, sino también hábitos, buenas maneras, valores y sentimientos. El ilustre doctor Gregorio Marañón afirmaba algo así como que el médico que sólo sabe medicina, no sabe nada, ni siquiera medicina. El ser humano no es un ordenador en el que meter datos, hay otras muchas cosas que hay que cultivar, especialmente debemos educar a nuestros hijos con un objetivo claro: que sean capaces de vivir felices. La inteligencia emocional y el desarrollo del potencial intelectual deberían ir un solo paquete y cultivarla desde múltiples frentes.

¡Educar es una
tarea hermosa, aunque difícil! El otro día me enviaron una historia de esas que circulan por internet, era sobre una maestra que aprendió a educar realmente cuando supo lidiar con un alumno conflictivo. Detrás de su dejadez y mal comportamiento, ella pudo descubrir, no sin esfuerzo, que se escondía una historia dramática y un niño inteligente y noble, ávido de alguien que supiera tenderle una mano. Ella supo ver su valor y le ayudó a florecer. Desde ese momento, recibió el honorífico título de: "mi mejor maestra" para un niño que puedo llegar a encontrar la felicidad y el rumbo de su vida

martes, 1 de marzo de 2011

Feliz día del maestro!!

Septiembre es el mes de la escuela: en él está el día del maestro, del bibliotecario, del preceptor, del director, del profesor, del estudiante…
Hoy quiero saludar a todos aquellos que hay elegido la escuela como su vocación y modo de vida, porque se docente hoy es jugarse por un futuro mejor, aportar un granito de arena para que el mundo y la sociedad en que vivimos sean un poco mejores cada día. Ser educador hoy es portar una tarea de amor: dar a los alumnos con la luz del conocimiento es el mejor regalo que les podemos hacer, y con que uno de cada grupo que manejamos reciba el mensaje, haga germinar la semilla que sembramos en él, mantenemos la esperanza de que algo podrá cambiar en nuestro mundo.
Les regalo esta reflexión, a los que son maestros con título, pero que sobre todo son maestros de alma, algo que ningún diploma certifica. No es un discurso del día del maestro ni una carta para los maestros, es un simple cuento, pero lo encontré sumamente lindo, porque a cualquiera de nosotros nos podría pasar. Sirve para reflexionar sobre nuestra labor diaria, para regalarlo a los colegas amigos… y nos ayuda a no perder las ganas y a seguir adelante con la misma pasión que hasta ahora.