viernes, 26 de noviembre de 2010

MI HERMANO

"Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos.
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película..."
Pues bien como ya os he contado, yo salía siempre antes de todos los sitios, esto a veces me supuso privilegios, como aquel día que salí del supermercado y empezó a sonar una música, empezaron a encenderse luces por todos los lados y la cajera me grito en la cara:
-¡Enhorabuena cliente 2000 has  ganado un cheque de 100 euros en compra!
Mi madre se puso muy contenta conmigo y me empezó a dar besos como si yo hubiese hecho algo. Pero el hecho de salir antes de todos sitios en la mayoría de los casos no produjo ni beneficios ni perjuicios para mi persona, solo que está manía iba creciendo a medida que nos hacíamos mayores.
Esta obsesión marcó en cierta medida mi vida, y fue creciendo con el paso del tiempo, y no solo en salir antes de los sitios, si no en acabar las cosas antes que él, hacerlas mejor que él…
Estudie como un loco en la carrera para acabar antes que Pablo, incluso si podía sacar notas superiores mejor que mejor  y por supuesto me casé antes que él con una chica que a mi parecer es muchísimo más guapa que la suya…
Tras unos meses de matrimonio nos quedamos embarazados por si las moscas. Fue algo prematuro, lo reconozco, pero también quería “ganar” yo en eso. Cuál fue mi sorpresa cuando en la primera ecografía el tocólogo se quedó muy quieto y dijo:
-“Silencio por favor…. ¿Lo oyen? ….Son dos latidos”.
Yo me quedé estupefacto no lo podía creer, pero así fue, esperábamos gemelos.  Sinceramente tuve miedo. Tuve miedo de que mi querido hijo sintiera lo mismo que sentí yo dentro de mi madre.
Pero pasaron los meses y llegó el gran día.  Allí estábamos mi mujer, su médico, las enfermeras y… bueno  yo.
¡Qué gran momento! ¡Qué emoción!
 Yo cogiendo la mano  Ana e intentando ver algo de lo que pasaba por allí abajo.  Javier estaba a punto de nacer a la vida y yo estaba allí para verlo  el primero porque de hecho solté rápidamente la mano de Ana y me puse en primera fila para no perderme nada…
Primero la cabecita, hombros, tronco, las piernas y los piececitos…¡tenía todo! Cuánto amor se respiraba allí. Aquello era increíble.
Rápidamente se lo pusieron en el regazo a mi mujer y yo mientras sin moverme de mi butaca en primera fila, mientras miraba a Ana y Javier hablaba a mi hijo Pablo y le decía:
-       “ Animo Pablo, te estamos esperando”
Cuando vi a Ana con mis dos hijos en sus brazos, cómo les miraba, cómo les acariciaba, cómo les besaba y como les hablaba….fue en ese momento, justo en ese momento cuando me di cuenta de que todos mis temores y obsesiones eran infundados porque una madre quiere por igual y se da por igual.
Recibimos miles de visitas. Y aún recuerdo sorprendido como cuando salíamos de la habitación cedí el paso a mi hermano Pablo…

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